domingo, 12 de julio de 2009

El silencio de la noche

Ahora en el silencio de la noche me vuelvo a encarar con mi pasado... no puedo evitar pensar y vuelvo a encender el kinké de las emociones... emociones incontroladas, recuerdos que se entremezclan con lágrimas. La impotencia de ver como se me escapa de mí vida todo aquello que amo, esos seres que quizás se me van y un sin fin de cosas que de la misma manera que aparecen, se esfuman sin poder hacer nada por evitarlo ¿o quizás sí?...

Hoy, ahora, en este instante, en mi soledad escribiendo para poder olvidar...y a la vez dejo que ese caparazón que uso día a día caiga a mis pies; me miro en el espejo y veo en mis ojos esa tristeza que me paraliza y que a la vez trato de esconder, con una simple descarga pero a la vez dejo que ese tormento huracanado me envuelva... pero a veces noto que me dejo llevar... ¡que me arrastra! Y es ahí cuando realmente me asusto e intento poner fin... ¿o no?... a veces ya es tarde, y mi mente se vuelve tumultuosa... y todo se vuelve contra mí, algo me grita una y otra vez... que me deje morir.

¿Qué has hecho? Cuantos errores cometidos, mi insensatez, mi egoísmo... y que por mi culpa muchos han sufrido y los he arrastrado conmigo a este túnel sin luz, a este laberinto que es la vida, a la tristeza"... ¡No es justo!. Es ahora en estos momentos cuando me planteo que cosas buenas puedo ofrecer y no hallo respuesta alguna.

Ya es tarde, es… como si una película pasara a gran velocidad por mi mente, "es mi propia vida" "todos mis errores"... todo es agridulce... y un dolor se apodera de mí, nada ni nadie puede hacer nada... es mi dolor. Sé que suena duro... más cuando soy yo la que siempre ha dicho hasta la saciedad que hay que compartir tanto lo bueno como lo malo... y me consta que debo aprender a recibir, a aceptar... pero me refugio en mi caparazón y me aparto... quizá a lamerme mis propias heridas...

Sigo divagando por el cielo de los sentimientos, buscando sin buscar, y sin saber lo que realmente quiero, pero eso sí, cada día que pasa me siento más vacía, es como si ya me conociese el paisaje de la vida, y de alguna manera necesitar otras cosas más frescas. Quizás mañana esté de nuevo encima de la ola, quizás no me deje hundir y sólo me deje mecer por ella...

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